Terminamos el presente año con una serie de
charlas, talleres y capacitaciones para docentes, padres de familia y público
en general iniciadas el mes de abril. Me complace sobremanera haber
interactuado con los asistentes en diferentes Instituciones educativas, y en
especial con las familias. No fueron impedimento las grandes distancias que
caracterizan a nuestra gran capital, obviamente algunas jornadas han sido
agotadoras, pero igual de satisfactorias.
El desarrollo de los temas se orientó a problemáticas
distintas, realidades y necesidades que se suscitan en el seno familiar; como
también a la mejora en la actividad del docente, y esto último gracias a la
editorial Escuela Activa.
El mes de diciembre se programaron dos
ponencias, cerrando el año académico escolar, los temas fueron "conductas
disruptivas en niños y adolescentes" y "la sobreprotección de los niños
preescolares".
La familia, a ciencia cierta, se sitúa y
define como una comunidad; pero no una sola, en realidad, sino en dos
comunidades, una de pertenencia y otra educativa. Como lo explica Morandé y otros teóricos, es una comunidad de
pertenencia porque aquí se desarrolla la identidad personal, se hace al
individuo, se define su personalidad. En términos generales esta característica
de comunidad de pertenencia influye en las variables que pueden ser positivas y/o
negativas para el futuro adulto y su desenvolvimiento a lo largo de los años, y
su paso por los diferentes estadios de su desarrollo. Esto gracias al fuerte vínculo
que se genera por la interacción con los otros miembros, o sea gracias a los vínculos socioafectivos.
La siguiente característica es la de ser
una comunidad educativa, porque sin duda forma a la persona mediante sus
diferentes condiciones, prolongándose esta enseñanza, por lo general, durante
toda la vida. Las carencias o facultades de los miembros influyen en este
proceso de manera significativa. Así, pueden lograr potenciar su desarrollo o
por el contrario perjudicarlo.
Muchos factores juegan un rol de
importancia en el proceso y cada miembro es pieza fundamental de esta comunidad
ya que cada uno posee rasgos de personalidad, esquemas cognitivos, creencias e
ideales, nivel educativo, etc. Muchas familias en su dinámica particular
articulan carencias que incluyen directamente en el desarrollo del niño.
Por ejemplo, la ausencia del
padre es un índice estadístico muy alto que no solo describe la ausencia
física, sino la ausencia psicológica; como también su presencia dañina, que
caracteriza a las familias que sufren diferentes tipos de violencia. Obviamente
hablamos de problemáticas en estructuras familiares tradicionales. Es necesario
resaltar que los profundos cambios sociales que experimentamos y que han modificado incluso estas estructuras, no relegan a las familias tradicionales como
máximas dominadoras del universo social. A continuación, algunas líneas sobre las funciones psicológicas del padre:
En una familia promedio el padre no solo
cumple el rol o tarea de mantenimiento económico del hogar, rol que actualmente comparte con la madre. Podemos considerar oportuno funciones de
tipo psicológico que son fundamentales y que son representativas, acaso
exclusivas por su condición, como ser el primer modelo para sus hijos. Podemos priorizar, también, un rol protagónico y al
mismo tiempo compartido por ser facilitador en esta comunidad, en esta
comunidad de pertenencia, valga la redundancia. Y que no solo la configura
hacia el grupo familiar, sino, también a la sociedad representada por
diferentes contextos en el que los hijos se desenvuelven. Muchos autores
incluyen dentro de las principales funciones psicológicas del padre al
equilibrio emocional, y la que considero personalmente esencial, ya que el
desarrollo de habilidades circunscritas dentro de la llamada inteligencia
emocional ayuda eficazmente en el desarrollo social de los niños. Así, los
rasgos de personalidad, que sin duda están constantemente presentes en el
estilo de crianza que ejercemos día a día serán equilibrados; además, no
se debe actuar influenciado por los estados de ánimo, sino por la razón. Tener
una predisposición a la negociación, considerando desde luego las reglas y
normas del hogar formuladas a partir de la objetividad y el razonamiento, por
encima de caprichos o peor aún por ideas irracionales motivadas por el machismo
o autoritarismo. Todo esto con el fin de alejarse de estilos de crianza sobreprotectores,
dominantes o autoritarios.
Ser sensible también es una de las
funciones del padre, si se es empático con los demás miembros de la familia es
obvio que se visualizarán sus necesidades emocionales. La
sensibilidad arremete directamente a las conductas autoritarias y a
pensamientos que radicalizan irracionalmente nuestra tarea. Por tanto, es
factible, no solo por los aspectos emocionales sino racionales. Aquí me refiero
a la proactividad, porque esta nos permite analizar la situación, no solo
adelantarnos a ella como tal, tratarla en tiempo real y utilizar esas
circunstancias negativas para efectos positivos, como enseñanzas, cambios,
mejoras, etc. El padre proactivo es una persona positiva, y ve incluso a la
crisis como una oportunidad para fortalecer al grupo familiar.
Se incluye dentro de estas funciones ser
modelador de las emociones de los hijos, que es diferente a la función de ser
modelo, citada anteriormente. Está dirigida también a los sentimientos, y se
fundamenta en la lectura emocional. Muchas veces los niños pequeños no son
capaces de verbalizar sus emociones, a decir lo que sienten, a denominar sus
estados emocionales, si esta función es considerada dentro de los estilos de
crianza se podrá comprender vivamente las frustraciones, fracasos, y posibles
problemas que el niño puede estar pasando en los diferentes grupos sociales en
el que interactúa, por ejemplo, en problemas tan serios como el Bullying. No se
puede obviar la práctica de la escucha activa dentro de esta función.
Finalmente podemos agregar la de ser buen esposo,
en todo caso de pareja. Es complicado citar esta función por los cambios
sufridos en la sociedad y que han sido radicales y abrumadores, y la familia
funcional o no, ya no esta condicionada por su estructura. Como sabemos, los
estudios sociológicos y psicológicos ven al respecto una dificultad especial porque
se trata de la célula fundamental de la sociedad. Tal vez las familias más
radicales y progresistas vean el resultado de sus decisiones a futuro, y las
personas que no consideran ya la posibilidad de la interacción familiar de
igual manera. Aún así, ubiquémonos en la necesidad psicológica del niño o niña
de la figura paterna, y de la importancia de su interacción con él. Ser buen
esposo significa ser buena pareja. Asumir responsablemente esta función con el
objetivo de crear un clima familiar idóneo es una tarea fundamental, porque
hará que las características de la familia como comunidad de pertenencia y de
una comunidad educativa se logren positivamente. Factores como el respeto, la
consideración, la comunicación, el buen trato, el afecto y muchos más entre la
pareja son primordiales para un clima familiar positivo.
Este interesante resumen, dirigido a la
responsabilidad del padre en la crianza y educación de los hijos, es parte del
trabajo realizado con las familias y en realidad con el público en general.
Obviamente, todos los temas se llevaron a cabo bajo distintas estrategias
metodológicas, acorde a las necesidades del grupo receptor, y bajo la premisa de
la participación, de tal manera que el aprendizaje se logró lúdica, dinámica y
activamente. Aquí algunos temas que hemos desarrollado en distintas
instituciones educativas y centros de formación desde el mes de abril a
diciembre:
- La inteligencia emocional
- El juego en el
aprendizaje
- Consecuencias de la
violencia familiar
- La educación sexual de
nuestros hijos
- Como desarrollar la
atención y concentración en los niños
- Causas y consecuencias
del Bullying
- El rendimiento escolar y
el fomento de la lectura
- Como afecta la
sobreprotección en el desarrollo de los niños
- La ludopatía y ciberadicción
con un enfoque desde las neurociencias
- Problemas de aprendizaje
- Los adolescentes y su
motivación vocacional
- Conductas disruptivas en
el niño y el adolescente
- Desarrollo cognitivo y
moral de los niños
- Funciones psicológicas de
los padres y la familia disfuncional
- Hábitos de autonomía
- Los valores en la familia
- La motivación y el
sistema de recompensa cerebral
entre otros temas.
Sin duda, hacen falta más que charlas,
talleres, conferencias, libros y educación en general para asegurar el cambio
generacional de nuestro desarrollo moral. Pero es importante dirigirnos a las
familias. Los adultos y padres somos los responsables de ese anhelado cambio
generacional del que considero no como un ideal, sino como una realidad que
podemos lograr, porque somos formadores de quienes tendrán la posta en unos
cuantos años, de los adultos del futuro. Nuestro compromiso se plasma, también, en los libros sobre estas problemáticas y sus estrategias de abordaje bajo la firma
PSICOEDUCA.
Seguimos trabajando por la salud psicológica de la familia.
Luis Enrique Olaya Céspedes – Psicología del
desarrollo moral.