martes, 10 de diciembre de 2019

Terminando el ciclo de charlas, talleres, ponencias y capacitaciones psicológicas

Terminamos el presente año con una serie de charlas, talleres y capacitaciones para docentes, padres de familia y público en general iniciadas el mes de abril. Me complace sobremanera haber interactuado con los asistentes en diferentes Instituciones educativas, y en especial con las familias. No fueron impedimento las grandes distancias que caracterizan a nuestra gran capital, obviamente algunas jornadas han sido agotadoras, pero igual de satisfactorias.

El desarrollo de los temas se orientó a problemáticas distintas, realidades y necesidades que se suscitan en el seno familiar; como también a la mejora en la actividad del docente, y esto último gracias a la editorial Escuela Activa.

El mes de diciembre se programaron dos ponencias, cerrando el año académico escolar, los temas fueron "conductas disruptivas en niños y adolescentes" y "la sobreprotección de los niños preescolares".



La familia, a ciencia cierta, se sitúa y define como una comunidad; pero no una sola, en realidad, sino en dos comunidades, una de pertenencia y otra educativa. Como lo explica Morandé y otros teóricos, es una comunidad de pertenencia porque aquí se desarrolla la identidad personal, se hace al individuo, se define su personalidad. En términos generales esta característica de comunidad de pertenencia influye en las variables que pueden ser positivas y/o negativas para el futuro adulto y su desenvolvimiento a lo largo de los años, y su paso por los diferentes estadios de su desarrollo. Esto gracias al fuerte vínculo que se genera por la interacción con los otros miembros, o sea gracias a los vínculos socioafectivos.




La siguiente característica es la de ser una comunidad educativa, porque sin duda forma a la persona mediante sus diferentes condiciones, prolongándose esta enseñanza, por lo general, durante toda la vida. Las carencias o facultades de los miembros influyen en este proceso de manera significativa. Así, pueden lograr potenciar su desarrollo o por el contrario perjudicarlo.

Muchos factores juegan un rol de importancia en el proceso y cada miembro es pieza fundamental de esta comunidad ya que cada uno posee rasgos de personalidad, esquemas cognitivos, creencias e ideales, nivel educativo, etc. Muchas familias en su dinámica particular articulan carencias que incluyen directamente en el desarrollo del niño.





Por ejemplo, la ausencia del padre es un índice estadístico muy alto que no solo describe la ausencia física, sino la ausencia psicológica; como también su presencia dañina, que caracteriza a las familias que sufren diferentes tipos de violencia. Obviamente hablamos de problemáticas en estructuras familiares tradicionales. Es necesario resaltar que los profundos cambios sociales que experimentamos y que han modificado incluso estas estructuras, no relegan a las familias tradicionales como máximas dominadoras del universo social. A continuación, algunas líneas sobre las funciones psicológicas del padre:

En una familia promedio el padre no solo cumple el rol o tarea de mantenimiento económico del hogar, rol que actualmente comparte con la madre. Podemos considerar oportuno funciones de tipo psicológico que son fundamentales y que son representativas, acaso exclusivas por su condición, como ser el primer modelo para sus hijos. Podemos priorizar, también, un rol protagónico y al mismo tiempo compartido por ser facilitador en esta comunidad, en esta comunidad de pertenencia, valga la redundancia. Y que no solo la configura hacia el grupo familiar, sino, también a la sociedad representada por diferentes contextos en el que los hijos se desenvuelven. Muchos autores incluyen dentro de las principales funciones psicológicas del padre al equilibrio emocional, y la que considero personalmente esencial, ya que el desarrollo de habilidades circunscritas dentro de la llamada inteligencia emocional ayuda eficazmente en el desarrollo social de los niños. Así, los rasgos de personalidad, que sin duda están constantemente presentes en el estilo de crianza que ejercemos día a día serán equilibrados; además, no se debe actuar influenciado por los estados de ánimo, sino por la razón. Tener una predisposición a la negociación, considerando desde luego las reglas y normas del hogar formuladas a partir de la objetividad y el razonamiento, por encima de caprichos o peor aún por ideas irracionales motivadas por el machismo o autoritarismo. Todo esto con el fin de alejarse de estilos de crianza sobreprotectores, dominantes o autoritarios.

Ser sensible también es una de las funciones del padre, si se es empático con los demás miembros de la familia es obvio que se visualizarán sus necesidades emocionales. La sensibilidad arremete directamente a las conductas autoritarias y a pensamientos que radicalizan irracionalmente nuestra tarea. Por tanto, es factible, no solo por los aspectos emocionales sino racionales. Aquí me refiero a la proactividad, porque esta nos permite analizar la situación, no solo adelantarnos a ella como tal, tratarla en tiempo real y utilizar esas circunstancias negativas para efectos positivos, como enseñanzas, cambios, mejoras, etc. El padre proactivo es una persona positiva, y ve incluso a la crisis como una oportunidad para fortalecer al grupo familiar.

Se incluye dentro de estas funciones ser modelador de las emociones de los hijos, que es diferente a la función de ser modelo, citada anteriormente. Está dirigida también a los sentimientos, y se fundamenta en la lectura emocional. Muchas veces los niños pequeños no son capaces de verbalizar sus emociones, a decir lo que sienten, a denominar sus estados emocionales, si esta función es considerada dentro de los estilos de crianza se podrá comprender vivamente las frustraciones, fracasos, y posibles problemas que el niño puede estar pasando en los diferentes grupos sociales en el que interactúa, por ejemplo, en problemas tan serios como el Bullying. No se puede obviar la práctica de la escucha activa dentro de esta función.

Finalmente podemos agregar la de ser buen esposo, en todo caso de pareja. Es complicado citar esta función por los cambios sufridos en la sociedad y que han sido radicales y abrumadores, y la familia funcional o no, ya no esta condicionada por su estructura. Como sabemos, los estudios sociológicos y psicológicos ven al respecto una dificultad especial porque se trata de la célula fundamental de la sociedad. Tal vez las familias más radicales y progresistas vean el resultado de sus decisiones a futuro, y las personas que no consideran ya la posibilidad de la interacción familiar de igual manera. Aún así, ubiquémonos en la necesidad psicológica del niño o niña de la figura paterna, y de la importancia de su interacción con él. Ser buen esposo significa ser buena pareja. Asumir responsablemente esta función con el objetivo de crear un clima familiar idóneo es una tarea fundamental, porque hará que las características de la familia como comunidad de pertenencia y de una comunidad educativa se logren positivamente. Factores como el respeto, la consideración, la comunicación, el buen trato, el afecto y muchos más entre la pareja son primordiales para un clima familiar positivo.







Este interesante resumen, dirigido a la responsabilidad del padre en la crianza y educación de los hijos, es parte del trabajo realizado con las familias y en realidad con el público en general. Obviamente, todos los temas se llevaron a cabo bajo distintas estrategias metodológicas, acorde a las necesidades del grupo receptor, y bajo la premisa de la participación, de tal manera que el aprendizaje se logró lúdica, dinámica y activamente. Aquí algunos temas que hemos desarrollado en distintas instituciones educativas y centros de formación desde el mes de abril a diciembre:

- La inteligencia emocional
- El juego en el aprendizaje
- Consecuencias de la violencia familiar
- La educación sexual de nuestros hijos
- Como desarrollar la atención y concentración en los niños
- Causas y consecuencias del Bullying
- El rendimiento escolar y el fomento de la lectura
- Como afecta la sobreprotección en el desarrollo de los niños
- La ludopatía y ciberadicción con un enfoque desde las neurociencias
- Problemas de aprendizaje
- Los adolescentes y su motivación vocacional
- Conductas disruptivas en el niño y el adolescente
- Desarrollo cognitivo y moral de los niños
- Funciones psicológicas de los padres y la familia disfuncional
- Hábitos de autonomía
- Los valores en la familia
- La motivación y el sistema de recompensa cerebral

entre otros temas.











Sin duda, hacen falta más que charlas, talleres, conferencias, libros y educación en general para asegurar el cambio generacional de nuestro desarrollo moral. Pero es importante dirigirnos a las familias. Los adultos y padres somos los responsables de ese anhelado cambio generacional del que considero no como un ideal, sino como una realidad que podemos lograr, porque somos formadores de quienes tendrán la posta en unos cuantos años, de los adultos del futuro. Nuestro compromiso se plasma, también, en los libros sobre estas problemáticas y sus estrategias de abordaje bajo la firma PSICOEDUCA.

Seguimos trabajando por la salud psicológica de la familia.

Luis Enrique Olaya Céspedes – Psicología del desarrollo moral.