lunes, 5 de febrero de 2018

Madurez moral




«La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo». Séneca, el gran filósofo, político, poeta, escritor, reconocido como el tutor de Nerón. El gran estoico llevó al emperador en los cinco años iniciales de su imperio por el camino de sus ideales; pero, pasado ese tiempo, se abre al mundo el nefasto personaje, poseedor de grandes alteraciones psicológicas, que haría de la perversión su herramienta cotidiana. Las enseñanzas de Séneca no fueron suficientes. Finalmente, se suicidó, cortándose las venas o asfixiándose con vapor, escapando definitivamente del alterado mental.


Recuerdo que en el internado de psicología, en el Hospital San Bartolomé, hice una exposición respecto al razonamiento moral para los doctores e integrantes del servicio, sin abordar más de lo que implica el amplio conocimiento de la psicología del desarrollo moral. Fue una exposición objetiva, ya que era parte del equipo que abordaba a las gestantes adolescentes y eran necesarias muchas propuestas de aplicación y de análisis por ser una problemática diaria. Uno de los doctores, de amplia experiencia y quizá el más académico de todos, y que además profesaba ideales cristianos, hizo un comentario inmediatamente después de mi presentación y de las formales felicitaciones del resto de asistentes: dijo que todo era interesante, pero que no dejaba de ser un tema filosófico. Su expresión me hizo reflexionar. Es cierto, también es filosofía, porque es conocimiento y posee una estructura como tal, mas la expresión «no dejaba de ser» sí que me preocupó: el Doc no conocía a Lawrence Kohlberg y su trabajo; o tal vez sí, pero muy superficialmente, no lo culpo, justificándolo por la amplitud de aspectos que competen a la psicología. No obstante, también habían en la sala psicólogos que sí estaban al tanto, e inclusive uno de ellos, especializado en neuropsicología, me pidió que por favor explique un poco sobre el proceso transitorio entre Piaget y su entonces discípulo Kohlberg y por qué este, Piaget, no había continuado lo que el americano sí llevó hasta lo que conocemos hoy. Situación que sirvió como excusa para ampliar al respecto.

Luego de aquello, me dediqué aún más al estudio del desarrollo moral, no solo en lo clínico, sino en lo social y principalmente en el campo psicoeducativo, siguiendo el trabajo de investigadores prodigiosos como Turiel, Nucci, Rest, Berkowitz, Damasio… etc., que buscan constantemente el conocimiento pleno del ser humano en este aspecto.

El abordaje sobre la moral no es un tema aislado, tampoco se debe tomar como una temática de complejidad exacerbada, como lo hacemos en nuestras escuelas psicológicas. Lo sé, por mi recinto cognitivo en la TREC (Terapia Racional Emotiva Conductual) y en el fundamento de Viktor Frankl desde el Análisis Existencial, la Logoterapia. Es primordial el conocimiento del desarrollo moral como parte del desarrollo evolutivo, desde la psicología del desarrollo, para luego integrar este conocimiento a la escuela profesional a la que se pertenece y no al revés. La otra dificultad radica en que no se puede realizar un abordaje en todos los niveles, excepto, con una labor psicoeducativa y valiéndose de todos los medios posibles. El diseño de programas es uno de ellos; donde se incluyen una variedad de métodos, estrategias, técnicas y actividades aplicativas que demuestran ser muy efectivas en la intervención de diferentes problemas individuales o de grupos grandes; como en centros educativos, donde se utilizan eficazmente, aplicando, en primer lugar, instrumentos de diagnóstico pertinentes.

Bajo esta perspectiva, y gracias a mi labor independiente y como parte de una Institución que se desenvuelve en el campo educativo, la que me facilita la visita a colegios en diferentes distritos y niveles socioeconómicos, haya concebido una colección dirigida a padres de familia, cuidadores y formadores de niños y adolescentes. Una serie que consta de 12 fascículos bastante accesibles, desarrollados con un lenguaje claro y preciso que materializa las herramientas utilizadas en estas charlas y escuelas. Sin duda es un aporte formidable que pronto se podrá aprovechar gracias a PROGRAMAS PSICOEDUCA.

El libro, Psicología del Desarrollo Moral, trabajo del que estoy inmerso ahora, a diferencia de los fascículos, posee fundamentos e investigaciones que la ubicarán como material imprescindible de consulta. La explicación de cada componente que interviene en el proceso moral, del que he escrito ya en varias oportunidades en este blog: sensibilidad, razonamiento o juicio, motivación, conducta y finalmente el constructo moral, se han desarrollado ampliamente. Sin embargo, no está redactado con terminología académica incomprensible, y las neurociencias, las ciencias sociales y humanidades enriquecen gratamente el contenido. Todo público podrá hacer uso de él, principalmente del apartado sobre programas de aplicación en la última sección que la constituye.

Por cierto, en la unidad dos incluyo una investigación sobre «madurez moral», que busca claramente hacer una diferencia entre la creencia común de la moral que tienen las personas y que están más dirigidas al carácter y virtudes; y el fundamento académico que la mayoría no entiende. Adelanto una pequeñísima parte del contenido, convencido de que la información que usted lee le será tremendamente útil, al margen de si es autodidacta o un profesional conocedor de la psicología o pedagogía, diferente, claro, al Doc de mi importante hospital. Veamos, entonces los siguientes párrafos del libro:

Resulta de suma importancia resaltar la investigación de Walker y Pitts (1998) sobre las concepciones espontáneas o ingenuas de la madurez moral. Esta se enfocó en personas que buscaban un bienestar común para todos, o sea, que estaban involucradas en actividades de índole moral. El interés residía en encontrar nociones correspondientes a la excelencia moral y a la madurez moral de estas personas. Lo interesante es que se basa en dos criterios que deben complementarse:

(1).

Las teorías explícitas, comprendidas por las teorías ya conocidas de cómo funciona y es la moral desde perspectivas basadas principalmente en la filosofía.

(2).


Las teorías implícitas, que son las conjeturas que la gente de a pie tiene sobre el funcionamiento moral.


La importancia de las teorías implícitas (1) radica en la influencia que ejercen en el pensamiento moral de las personas, en las emociones que subyacen y en lo que se realiza diariamente; o sea, en lo que se vive a diario. En esta vivencia común y corriente, la madurez moral no está dirigida exclusivamente por el «razonamiento» de las situaciones, sino por el carácter moral o las virtudes de la persona.

Ahora, es común pensar que se debería tener una consistencia visible entre el juicio, es decir, el razonamiento y lo que se realiza moralmente; los investigadores la llamaron «integridad». La literatura sobre la moral no hace más referencias al respecto, quizás se ha incluido dentro del estudio de los valores y de la ética, pero no se ha analizado profundamente desde la psicología. Esta necesidad me lleva a desarrollarla en la sección correspondiente al carácter y conducta moral y en la aplicación del programa respectivo.

Del estudio de Walker y Pitts (1998), resulta una serie de atributos que las personas consideran definen a alguien moralmente maduro, las ordenaron de tal manera que arrojaron seis dimensiones interesantes a tomar en cuenta, las cuales reproduzco tal como lo puntualizan en su investigación:

1) persona con principios-idealista

2) fiable-leal

3) con integridad

4) caritativa-digna de confianza

5) justa (imparcial)

6) segura de sí misma

El objetivo de determinar estas características del funcionamiento moral fue la de concebir un modelo que permita la comprensión simple de su funcionamiento, priorizando en las concepciones espontáneas o ingenuas de la madurez moral y determinando los atributos que las definen. Nos acerca mucho a nuestra vivencia diaria, a lo que experimentamos en nuestra interacción constante con los demás. Un proceso simple que se convierte en algo complejo cuando se lleva a la teoría, por esta razón es tan indiferente o distante para todos.

Interesante ¿no? Los atributos que se formularon nos ayudan mucho a identificar lo que todos, en el plano común, tomamos en cuenta al hablar de alguien que realiza acciones morales, o mejor dicho es moralmente maduro. Al mismo tiempo es fundamental porque nos permite tomar como modelo a este individuo con facilidad; y, obviamente, para desarrollar estrategias que apunten al desarrollo moral si estamos dedicados a la formación de niños, adolescentes y adultos.


Luis Enrique Olaya Céspedes.